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¿Cómo has juzgado a las personas y a las situaciones?

Difícilmente, una persona puede decir que nunca escuchó el siguiente consejo: «No juzguen para que no sean juzgados».


Sin embargo, esa frase no se trata de un simple consejo, sino de una advertencia dada por el propio Señor Jesús al ver la hipocresía de los escribas y fariseos, que se consideran los dueños de la verdad y, por eso, condenaban a las personas.


Por eso, Él incluso agregó diciendo que con la misma «medida» que usemos para juzgar a alguien también la usarían para juzgarnos (Mateo 7:1-2).


Él mismo, innumerables veces, fue juzgado y perseguido injustamente. En una de esas ocasiones, el Mesías fue acusado de estar endemoniado. En vista de la manera injusta e hipócrita que supusieron de Él, el Hijo de Dios dejó una advertencia de cómo debemos juzgar algo o a alguien.


Juzga con justicia


El obispo Edir Macedo destaca que la razón por la cual aquellas personas atacaban al Señor Jesús era la mala conciencia que poseían. El interior de ellas —que era tinieblas— estaba siendo confrontado por la luz de las palabras dichas por el Mesías. Como reacción, ellas proferían lo que les caracterizaba: las mentiras.


No obstante, al acusar al hijo de Dios de endemoniado, «cometieron el pecado de atribuirle al diablo todas las obras hechas por el Señor Jesús por medio del Espíritu Santo».


Semejante agravio aún sucede hoy. «Mucha injusticia se comete debido a las valoraciones precipitadas, hechas sin discernimiento espiritual», alerta el obispo.


Por eso, el aviso dado por el Señor Jesús:

«No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.» (Juan 7:24).


Esto significa que para discernir bien entre lo correcto y lo incorrecto es necesario observar y evaluar lo que es visto y escuchado. No obstante, el obispo enfatiza que hay un detalle crucial en esta observación/evaluación. «Los criterios de esa evaluación deben estar fundamentados en los parámetros de la Palabra de Dios y nunca en la apariencia o en nuestro propio modelo de exigencia, pues eso sería injusto», advirtió.

Que fue, precisamente, lo opuesto que aquellos hombres hicieron al juzgar a Jesús como un endemoniado. Hablaron según sus pensamientos frívolos, partidarios, interesados y falsos. Y el resultado de tal postura fue el pecado y la condenación para ellos mismos.

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